lunes, 11 de junio de 2007

Corpus en Toledo


Volvemos a la carga tras unos cuantos días sin escribir por problemillas varios (estuve malita la semana pasada y con pocas ganas de escribir).
Este fin de semana hemos estado en Toledo con motivo del Corpus y de reunión familiar. Es una fiesta curiosa, para mi gusto un poco catetilla. No me gustan nada las flores de plástico con que adornan la ciudad, aunque sí que me gustan los faroles en medio de los toldos y los tapices colgados alrededor de la catedral pero creo que necesitan una buena restauración porque están tan desgastados que en muchos casos casi es imposible ver lo que representan.

Pasamos un buen día en el que el calor no nos abandonó, la procesión la vimos desde el balcón de la casa de Pilar y después estuvimos viendo la marcha militar en la plaza de Zocodover donde todos los balcones estaban adornados con banderas ofreciendo una visión multicolor. Comimos y demasiado en el restaurante Los Cuatro Tiempos al ladito de la catedral, estaba muy bien. Nos dieron una mesa redonda en la planta baja en el hueco de la escaleras, así que casi parecía que estábamos sólos. Comimos tres entradas a compartir (medallones de foie con una crema de cebolla, huevos rotos con migas, queso de cabra frita con croquetas de verduras sobre una salsa de miel) y yo de plato principal hojaldre de lubina y papillote de verdura (casi no puedo terminar el plato, llenaba muchisimo), Pedro tomó magret de pato con mandarina. De postre tomé dulce de queso con salsa de frambuesa y Pedro una crema de avellana.

En cuanto a libros leídos en estos últimos días:

Un arma en casa de Nadine Gordimer
" Sin embargo, el temor acompaña a lo desconocido. El temor les llegó como una droga, aunque no procedente del botiquín de ella caminaron con calma sin nada que decirse por los pasillos de los juzgados, Harald dejó pasar a Claudia con la cortesía de un desconocido cuando encontraron la puerta, entraron y avanzaron de lado torpemente para sentarse en los bancos. Incluso el olor del lugar era como el de un país extranjero al que hubieran sido deportados. El olor a barreras de madera pulidas y suelo encerado. Las ventanas coronaban la pared hasta el techo, como reflectores inclinados. Los uniformes los llevaban unos hombres con la impersonalidad de los miembros de un culto, todos ellos intercambiables. Había unas pocas figuras sentadas ahí cerca, el mismo tipo de gente que mira desde los bancos de los parques o se tiende boca abajo en los jardines públicos. El pensamiento huye de lo que tiene delante, como hace un pájaro que ha entrado volando en un espacio cerrado, debe de haber algún agujero por donde salir. Harald se dio de bruces con la presencia del colegio, demasiado lejano para recordarlo de modo consciente: el olor institucional y la madera dura bajo las nalgas. Incluso topó con el nombre de un maestro: nada del pasado podía ser más remoto que
este presente.
(...)
La violencia fortuita de las calles nocturnas que habían esperado leer en el rostro desconocido del mensajero formaba parte de los riesgos posibles en ese lugar, junto con otros más generales, como el de contraer una enfermedad, no realizar una ambición, perder el amor. Aquellos que son responsables de una existencia admiten que la exponen a todo esto. Matar a una mujer en un arrebato de pasión celosa, el mero hecho de que se les ocurriera -con vergüenza, aceptando su banalidad periodística- suponía permitir incluso que la misma naturaleza de esos actos pudiera romper los límites de ese contexto vital.
(...)
Anduvieron hacia su coche a través de la monótona extensión de la ciudad, separados y unidos de nuevo por la acera que se ensanchaba y estrechaba en función de otras personas que vivían su vida, de las mercancías esparcidas de los vendedores, apiladas en pequeñas pirámides de verdura, chicles, gafas de sol y ropa de segunda mano, los fogones de gas en que se freían salchichas como fragmentos curvos de tripas humanas. "
También finalicé el primer libro de las Memorias de ultratumba de Chateaubriand en la edición bolsillo . Me está gustando sobre todo cuando se introduce en los tiempos de la revolución. También su visión de América en su primer viaje de juventud.

En cuanto al resto, el fin de semana anterior (2-3 de Junio) estuvieron en mi casa mi padre y Victoria a su paso desde Pamplona donde fueron para el examen de acceso a la universidad de Navarra. Con ellos fuimos el domingo por la mañana a la feria del libro donde durante estos días nos hemos comprado otros cuantos:
  • 'El tambor de hojalata' de Gunter Grass
  • 'Virginia Wolf. Biografía' de Quentin Bell
  • 'Caperucita en Manhattan' de Carmen Martín Gaite
  • 'León Bloy. Diarios' de León Bloy
  • 'Thomas Mann. La vida como obra de arte' de Hermann Kurzke
  • 'Vida de Rainer Maria Rilke. La belleza y el espanto' de Antonio Pau
  • 'Cuentos (Ernest Hemingway)' de Ernest Hemingway
El viernes pasado volvimos a comer en el Oam Thong para celebrar los 6mm, ya casi somos de la familia.
Películas vistas (las que más me han gustado son 'En la ciudad', segunda vez que la veo y 'Días de agosto'):

viernes, 1 de junio de 2007

Feria del libro

Durante toda esta semana a la vuelta del trabajo todos los días hemos pasado por la Feria del Libro situada en el paseo de carruajes del parque del Retiro.

Por ahora los libros que me he comprado son:

De Nadine Gordimer:
  • UN ARMA DE CASA
De Virginia Woolf:
  • DIARIOS 1925-1930
De Fernando Savater:
  • LA INFANCIA RECUPERADA
De Carmen Martín Gaite:
  • EL LIBRO DE LA FIEBRE
Tenía una lista grande pero las editoriales sólo traen las últimas novedades y nunca encuentro lo que quiero.

martes, 29 de mayo de 2007

Madrid turística


Este fin de semana nos ha visitado mi familia (mis padres, Victoria, Miguel y Lisa) y hemos recorrido las zonas más interesantes de Madrid para que Miguel y Lisa lo conocieran.
El Sábado subimos la Cuesta Mollano y entramos en el Retiro para ver la estatua del Ángel Caído, la rosaleda, el Palacio de Cristal, el Palacio de Velazquez, el Parterre, la fuente de la Alcachofa y el Estanque. Salimos del parque para ver la Puerta de Alcalá y continuar hasta la Cibeles donde nos paramos a ver el Palacio de las Telecomunicaciones, el Palacio de Linares, el Banco de España y el Palacio de Buenavista. Continuamos subiendo la calle Alcalá parándonos para observar sus bonitos edificios como el Metrópolis, el Círculo de Bellas Artes, la Iglesia de San José, el Casino de Madrid, la academia de Bellas Artes y la casa de la Aduana. Hasta llegar a Sol que aunque sigue patas arribas por las obras permite ver la estatua del Oso y el Madroño, la casa de Correos con su famoso reloj, el kilómetro cero donde Lisa se hizo la típica foto, la estatua de Carlos III y las calles Preciados y Carmen que como siempre estaban repletas de gente. De este modo terminamos de ver el Madrid de los Borbones y comenzamos el Madrid de los Austrias. Nos adentramos en la Plaza Mayor donde destaca la casa de la Panadería (la que tiene pintada su fachada) y en frente la casa de la Carnicería, y la estatua de Felipe III.


Salimos de la plaza Mayor para ver el mercado de San Miguel, para mi gusto uno de los más bonitos de Madrid. Nos volvimos a parar en la Plaza de la Villa donde pudimos ver la casa de la Villa, la casa de Cisneros y la torre de Lujano y terminamos nuestro recorrido en la plaza de Oriente donde vimos por fuera el palacio Real, entramos en la Catedral de la Almudena y nos asomamos a ver los jardines de Sabatini con un cielo que se puso negro de repente y comenzó a descargar goterones. Pillamos el metro en Ópera para ir a comer al Tony Roma's de Génova, allí tuvimos que esperar bastante rato a que mi padre, Pedro y Victoria llegaran de Boadilla, donde Victoria tuve que hacer el examen de admisión para el CEU. Los radio taxis de Madrid no estuvieron dispuestos a pasarse por allí a recogerlos así que tuvieron que esperar una hora a que un autobús les permitiese subirse. Menos mal que nos pusimos púos de costillas y hamburguesas y se les olvidó el mal rato.

Por la tarde fuimos andando para poder ver la zona del paseo del Prado, la plaza del Rey (con La casa de las 7 chimeneas ) y la calle Barquillo y nos dirigimos al teatro Infanta Isabel donde teníamos entradas para la Mujer de negro. Nos gustó mucho la obra y sobre todo la interpretación de Emilio Gutierrez Cava y Jorge de Juan. Lo que más impresionó fue una de las últimas escenas con la mujer de negro balanceándose en una butaca de la que se levantó inesperadamente.
Al salir no dejamos de caminar y seguir viendo cosas, esta vez tocó el Congreso de los diputados con sus leones, y después la plaza de Santa Ana y camino a casa la calle Huertas.
Llegamos hechos polvos a mi casa, donde cenamos a base de tapitas y los hombres pudieron ver los entrenamientos de F1 que tenían grabado.
El Domingo fuimos al rastro y paseamos por los barrios de Lavapies (con sus corralas, tiendas al por mayor, carnicerías árabes y el ambiente multirracial), las Vistillas (donde nos asomamos a ver las vistas de la casa de Campo, la Almudena, el puente de Segovia y la torre de Moncloa) y la Latina (el mercado de la Cebada, las Cavas, la plaza de San Andrés, la plaza de la Paja, la plaza de los Carros, la carrera de San Francisco), en la plaza de San Andrés nos tomamos una cervecita en una terraza al solecito. De regreso pasamos por la Plaza Tirso de Molina que tras las obras la han dejado muy bonita con quioscos de madera muy originales donde venden flores, además había mucha animación con un concierto rock ("The Homeless Bones").
Comimos de nuevo en mi casa lo que tenía preparado (lasaña, tapitas y de postre un rico mousse de chocolate) para que de nuevo pudieran ver las carreras de fórmula 1.

Se fueron en el AVE de las 20:00, y nosotros nos quedamos descansando las últimas horas del Domingo.
Este fin de semana hemos tenido poca lectura y pocas películas, la única película vista ha sido El misterio Von Bulow, película que siempre me ha gustado.
Nos lo hemos pasado muy bien, la pena es que hay que volver a la cruda realidad y cuando se está cansado es peor todavía.


jueves, 24 de mayo de 2007

El cerebro más terrible que haya tenido nunca la pintura

El Viernes 18 de Mayo fue el día de los museos y aprovechamos la tarde para visitar la exposición de Tintoretto en el Museo del Prado. Además nos beneficiamos de los guías voluntarios que nos fueron contando el detalle de cada cuadro, de esta forma profundizamos aún más en su obra, descubriendo su faceta innovadora con pinturas más cercanas a un barroco adelantado que a la época renacentista a la que pertenecía, su prolífica obra llegando a pintar un cuadro en dos días, la influencia en su pintura tanto del diseño de Miguel Ángel como del colorido de Tiziano, el manierismo en el tratamiento de la luz, en la composición, su pincelada larga y rápida y su originalidad en tratar determinados temas como 'La última Cena' en la que representa a Judas con calzas rojas o en 'La presentación de Jesús en el templo' donde el niño apenas es visible.
Nos gustó mucho la exposición y además aunque parezca extraño había poca gente, lo que nos permitió disfrutar más de cada cuadro.


El Sábado estuvimos de nuevo en el Teatro Español, esta vez para el concierto de Pedro Iturralde. La primera parte acompañado de cuarteto de saxofones tocó temas dedicados a Casablanca, Lisboa o Argel, la suite 'Retorno', 'Baladas para saxofón y orquesta', 'Las hojas muertas' y una muestra de flamenco y jazz, en el que el propio Pedro se reconoce como precursor de lo que actualmente se llama fussion. En la segunda parte con un cuarteto de jazz recordó el jazz de los años 20 e interpretó la 'Suite Helénica', las danzas de Joaquín Turina y entre otros algunos temas que hizo famosos Edith Piaf como el Hymne à l'amour.

Disfrutamos muchisimo, yo en especial con la primera parte. Y nos emocionó al escuchar el relato de los malos momentos que tuvo que soportar el año pasado (sufrió un accidente grave de coche, un mes después murió su hermano y en Noviembre su mujer), de los que ha sobrevivido y a pesar de plantearse el abandonar su carrera, tras la experiencia del concierto en Navidad en el Café Central en el que pudo sentir el calor de los amigos y de la gente, decidió seguir hasta que su cuerpo aguante para hacernos disfrutar de grandes momentos como los del Sábado pasado.

El Martes fuimos a comer al O'Mamma Mia, y aunque ya se ha convertido en una cadena me sigue trayendo recuerdos de cuando era niña, de aquellos domingos en que que nos invitaban mis abuelos y repetía plato tras plato hasta casi reventar en el restaurante de la calle betis.

En cuanto a libros he comenzado 'Memorias de ultratumba' de Chateaubriand y poco a poco a través de la personal visión del autor me voy adentrando en la historia de la Francia de finales del XVIII y principios del XIX.

Películas vistas (no comment):

jueves, 17 de mayo de 2007

Raina Kabaivanska



Me toca hacer algunos apuntes de mi vida en estos últimos días, y dejar de lado esos otros mundos que me descubren los libros y con los que comparto mi realidad.
El sábado 12 de Mayo estuvimos en el concierto de la soprano Raina Kabaivanska acompañada de la pianista Nicolleta Mezzini. Al principio nos llevamos un disgusto porque indicaron por megafonía que debido a un ataque agudo de alergia iba a reducir su repertorio, pero al final no escatimó en nada ni siquiera el bis, estábamos todos tan encendidos con su canto que a pesar de estar forzando la voz no pudo dejar nada atrás.
Raina es búlgara y tiene 72 años, pero nadie lo diría y menos aún si sólo escucha su voz. Iba vestida con un impresionante vestido naranja con muchos volantes que creaban diversas formas vaporosas dependiendo de como los colocara. Ella es elegante, esbelta y su voz es como ella. El repertorio fue este:

I PARTE

RACHMANINOV ‘He amado por mala suerte’
A. DVORAK ‘Melodía gitana’
J. MASSENET ‘Adieu notre perite table’ de Manon
ROSSINI ‘Una caricia a una mujer’ Solo de piano
TOSTI ‘Chanson de l'adieu’
PUCCINI ‘Sola perduta abbandonata’ de Manon Lescaut

II PARTE

PUCCINI ‘Sole e amore’ aria inpirada en el cuarteto de La Bohème
PUCCINI ‘Che tua madre’ de la ópera Madama Butterfly
DEBUSSY ‘Children's corner: Doctor gradus’.Solo de piano.
STRAVINSKY Dos canciones para niños: Tilin bon des canards...
CILEA ‘Io sono l'umile ancella’de Adriana Lecouvreur
GERSHWIN Tres preludios. Solo de piano
LEHAR ‘Vilja’ de la opereta La viuda alegre
OFFENBACH ‘La grisserie’ de la opereta La Perichole


La que más nos gustó fue la de Massenet ‘Adieu notre perite table’. Cuando llegamos a casa, como siempre que escuchamos algo que nos atrapa, ya sea en la calle, en una película o en un concierto, nos gusta buscarlo entre la montonera de CDs para empaparnos aún más de esa música que se nos ha agarrado en las entrañas. Y así durante la mañana del Domingo mientras nos tocaba limpiar y organizar escuchamos Massenet buscando el fragmento que disfrutamos la noche anterior.

El Retiro este fin de semana estuvo un poco insoportable, en el paseo de carruajes están montando la feria del libro y está todo lleno de camiones y coches, además mucho ruido de martillos. En el paseo del lago estaba montada la parafernalia para el espectáculo de Támara Rojo, 'Una noche en el lago de los cisnes', así que no se podían ver los patos y ni siquiera el lago porque las gradas impedían el paso. Además me mosqueé un poco porque no pude conseguir entradas, y eso que el organizador principal era Telefónica. Las pedimos a la empresa pero no nos tocó ser los afortunados, intentamos ponernos en la cola para conseguir algo pero era interminable y dudábamos que nos fueran a dar algo. Así que nos quedamos sin ver el ballet. Después creo que no nos perdimos mucho porque hemos escuchado la opinión de la gente y no quedaron contentos porque la visibilidad desde la mayoría de los sitios era muy mala.

He organizado los armarios para sacar la ropa de verano, pero desde entonces no ha hecho demasiado calor , incluso algunos días frío. Por ahora sólo me atrevo con los pantalones largos y mis jerséis y chaquetas.

El Martes fue San Isidro pero no nos pasamos por la pradera, sólo hemos estado una vez y es demasiado chabacano, mucho polvo y olía fatal a entresijos y gallinejas.
Estuvimos en el parque Tierno Galván, que lo tenemos cerquita de casa. Me gusta ver Madrid desde la loma de su montecito, aunque odio escuchar los coches de la M30. Las nubes y la luz de ese día fueron impresionantes, que pena que Pedro no cogiera la Lumix. Pongo una foto hecha con el N95.


Las películas que vemos últimamente no son de demasiada calidad, si tengo que elegir alguna me quedo con scoop por lo distraida y con la punta del diablo por la poética que hay en ella, y la fotografía de un paisaje bello en una temporada inhóspita.



miércoles, 16 de mayo de 2007

Estoy obsesionada con ese “algo más”.


Y también llegué al final del libro 'Al mismo tiempo: Ensayos y Conferencias' de Susan Sontag, otra de mis escritoras favoritas ( de ella es más fácil encontrar libros, a pesar de ser la incómoda conciencia de su pais natal: EEUU). Os dejo algunos fragmentos seleccionados
Es la tarea del escritor representar las realidades: las realidades abyectas y las realidades del éxtasis. La esencia de la sabiduría que suministra la literatura (la pluralidad de la realización literaria) es ayudarnos a entender que, ocurra lo que ocurra, algo más siempre está sucediendo.
Estoy obsesionada con ese “algo más”.
Estoy obsesionada con el conflicto de los derechos y de los valores que aprecio. Por ejemplo, que –a veces– decir la verdad no promueve la justicia. Que –a veces– la promoción de la justicia puede suponer la supresión de una buena parte de la verdad.
Muchos de los escritores más notables del siglo XX, en su actividad de voces públicas, fueron cómplices en la ocultación de la verdad para promover lo que consideraban (y eran, en muchos casos) causas justas.
Me parece que si tengo que elegir entre la verdad y la justicia –por supuesto, no quiero elegir– elijo la verdad.
¿Por qué el tiempo, por qué el espacio?

¿El tiempo? El tiempo existe para que no todo suceda simultáneamente. ¿Y el espacio? El espacio, para que no todo le suceda a usted. Y no obstante, todo sucede en verdad al mismo tiempo. Ya sea que uno viaje con voracidad o que uno permanezca simplemente atento a lo que sucede en el mundo (lo que en la actualidad es mucho más fácil que nunca), no hay duda de que todo tipo de cosas le suceden a uno. El hecho más ineluctable, más espantoso (el más perturbador), el más difícil de digerir humanamente hablando, es simple y sencillamente la coexistencia de las cosas. Mientras esto se produce, aquello se produce también: al mismo tiempo. Mientras a esta alta hora de la tarde me encuentro aquí escribiendo y miro por la ventana un techo de tejas rojas con su gran antena eflorescente, la geometría de la montaña al otro lado del lago, el cielo azul alionín arriba de la montaña, mientras permanezco sentada aquí, descansada y alimentada como debe ser, y no menos sinceramente insatisfecha por las pocas páginas que logré escribir hoy, a unos cuantos centenares de kilómetros (tan sólo a unos cuantos cientos de kilómetros), en un país llamado Bosnia, en una ciudad que ahora conozco bien de nombre Sarajevo, se asesina, se mata de hambre, se humilla, se destruye a la gente: otro genocidio se lleva a cabo en Europa (el tercero de nuestro siglo) y los responsables de este genocidio pueden cantar victoria con la más absoluta impunidad. Esto es lo que sucede en este mismo momento. Y es atrozmente cercano.
Somos carne.

Permítanme evocar no a uno sino a dos héroes, sólo a dos, entre millones de héroes. A dos víctimas, entre millones de víctimas.
El primero: Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, asesinado en su investidura mientras oficiaba misa en la catedral el 24 de marzo de 1980 --hace veintitrés años--, pues se había convertido en "un manifiesto defensor de una paz justa y se opuso públicamente a las fuerzas de la violencia y la opresión". (Estoy citando la descripción del premio Óscar Romero, que hoy se entrega a Ishai Menuchin.)
La segunda: Rachel Corrie, estudiante universitaria de 23 años procedente de Olympia, Washington, muerta con su brillante chaleco anaranjado fluorescente con tiras de Day-Glo que los "escudos humanos" llevan a fin de ser del todo visibles, y tal vez para estar más seguros, mientras intentaba detener una de las casi diarias demoliciones de casas de las fuerzas israelíes en Rafah, una población en el sur de la franja de Gaza (donde Gaza linda con la frontera egipcia), el 17 de marzo de 2003 --hace dos semanas--. De pie, frente a la casa de un médico palestino elegida para demolición, Corrie, una de los ocho jóvenes voluntarios estadounidenses y británicos, "escudos humanos" en Rafah, había estado agitando los brazos y gritando por megáfono al conductor de un bulldozer D-9 blindado que se acercaba; entonces se hincó de rodillas en el camino del gigantesco bulldozer... el cual no aminoró su marcha.
Dos figuras, emblemas del sacrificio, muertas por las fuerzas de la violencia y la opresión, a las cuales ofrecían una oposición por principio no violenta, y peligrosa.
Comencemos por el riesgo. El riesgo del castigo. El riesgo del aislamiento. El riesgo de ser herido o muerto. El riesgo del desprecio.
Todos somos reclutas en uno u otro sentido. Para todos nosotros es difícil romper filas; incurrir en la desaprobación, en la censura, en la violencia de una mayoría ofendida y con un concepto distinto de la lealtad. Nos amparamos en palabras estandarte, como justicia, paz y reconciliación, que nos alistan en comunidades nuevas, si bien más pequeñas y relativamente ineficaces, con otros de igual parecer. Los cuales nos movilizan para la manifestación, la protesta, la ejecución pública de acciones de desobediencia civil; y no para la plaza de armas o el campo de batalla.
Perder el paso de la propia tribu; dar un paso fuera de la tribu a un mundo más amplio en sentido mental, pero más reducido en el numérico: si el aislamiento o la disidencia no es tu posición habitual o satisfactoria, éste es un proceso complejo y difícil.
Es difícil contravenir la sabiduría de la tribu: la sabiduría que valora las vidas de sus miembros por encima de todas las demás. Siempre será impopular --siempre será tenido por antipatriótico-- afirmar que las vidas de los miembros de la otra tribu son tan valiosas como las de la propia.
Es más fácil entregar nuestra fidelidad a las personas que conocemos,a las que vemos, entre las que estamos incrustados, con las que compartimos --como bien puede ser el caso-- la comunidad del miedo.
No subestimemos la fuerza de aquello a lo que nos oponemos. No subestimemos la represalia con la cual acaso se castigue a quienes se atreven a disentir de las brutalidades y represiones que se creen justificadas por los miedos de la mayoría.
Somos carne. Se nos puede perforar con una bayoneta, despedazar con un hombre bomba suicida. Se nos puede aplastar con un bulldozer, o abatir a tiros en una catedral.
El miedo vincula a la gente. Y el miedo la dispersa. El valor es inspiración de las comunidades: el valor de un ejemplo, pues el valor es tan contagioso como el miedo. Pero el valor, algunas de sus modalidades, pueden también aislar a los valerosos.
El destino perenne de los principios: si bien todos afirman profesarlos, es probable que se sacrifiquen cuando se vuelven incómodos. Por lo general, un principio moral es algo que nos pone en desacuerdo con la práctica aceptada. Y ese desacuerdo acarrea sus consecuencias, a veces desagradables, pues la comunidad se venga de aquellos que ponen en entredicho sus contradicciones: quienes desean una sociedad que en verdad mantenga los principios que dicen defender. El criterio según el cual una sociedad debería en efecto encarnar los principios que profesa es utópico, en el sentido de que los principios morales contradicen las cosas como son;
y como serán siempre. Las cosas como son --y como serán siempre-- no son del todo perversas
ni del todo buenas, sino deficientes, inconsistentes e inferiores. Los principios nos incitan a que hagamos algo respecto del mar de contradicciones en el que funcionamos moralmente. Los principios nos incitan a que nos reformemos, a que seamos intolerantes con el relajamiento moral, la componenda, la cobardía y con volver la cara a lo que resulta perturbador: esa corrosión oculta del corazón, la cual nos dice que lo que estamos haciendo no está bien, y entonces nos aconseja que estaremos mejor si no pensamos en ello. [...] La dramaturgia de "actuar por principio" nos indica que no debemos pensar si resulta conveniente o si podemos contar con los éxitos postreros de las acciones que hemos emprendido.
Actuar por principio es, se nos dice, bueno en sí mismo.
Pero sigue siendo una acción política, en el sentido de que no lo estás haciendo en tu beneficio. No lo haces sólo para tener razón o para apaciguar tu conciencia; mucho menos porque confías en que tus acciones alcanzarán sus objetivos. Resistes porque es una acción solidaria.
Con las comunidades de quienes tienen principios y con los desobedientes: aquí y por doquier. Del presente. Del futuro. La prisión de Thoreau a causa de su protesta contra la guerra estadounidense con México en 1849 difícilmente detuvo el conflicto. Pero la resonancia de aquella temporada breve y del todo impune de detención (un célebre y único día en la cárcel) no ha cesado de inspirar la resistencia por principio frente a la injusticia a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestra época.
El movimiento para clausurar el campo de pruebas de Nevada, un sitio clave de la carrera de armamentos nucleares, fracasó en lograr su objetivo a finales de los ochenta: las protestas no afectaron las operaciones del campo de pruebas. Pero inspiró directamente la formación de un movimiento de protesta en la lejana Almaty en la primavera de 1989 que finalmente consiguió cerrar el campo de pruebas soviético en Kazajstán; el movimiento citaba a los activistas antinucleares de Nevada como fuente de inspiración y expresaba su solidaridad con los norteamericanos en cuyas tierras se localizaba el campo de pruebas.
La probabilidad de que tus acciones de resistencia no puedan evitar la injusticia no te exime de actuar en favor de los intereses de tu comunidad sincera y reflexivamente.

Lo que no se escribe se olvida



"Pienso que nunca más podría sentirme en casa en ningún otro sitio, si me fuese de aquí. Me pregunto qué precio pago de modo inconsciente cada día, un precio en esta moneda: no ver, no oír, o al menos callar"

Tristemente he terminado la lectura de 'Un día del año', libro que ya en Mayo se ha convertido en mi libro del año.

En 1960, el periódico moscovita Izvestia dirigió un llamamiento a todos los escritores del mundo. Que describieran con la mayor precisión posible un día de ese año, el 27 de septiembre. Eso significaba retomar la empresa de Maksim Gorki, «Un día del mundo», promovida en 1935. Christa Wolf, escritora de la RDA, se dispuso a describir su 27 de septiembre de 1960 y continuó adelante con la idea a lo largo de cuarenta años, configurando un mosaico apasionante, en su sencillez, de su vida cotidiana.
Una voz que huye del énfasis, firme, sincera, inteligente, discreta, melancólica, más o menos al borde siempre de la depresión y preocupada por retener con exactitud todo lo posible de cuanto vive, dispuesta a combatir la incontenible pérdida de existencia, que a todos nos abruma, convirtiendo su experimento en un sólido pilar de la memoria apoyado en la plenitud de la vida cotidiana.

He aprendido con ella, de su observación de la realidad y de la felicidad encontrada en los gestos más rutinarios (los consejos repetidos de su marido, sus conversaciones, la cocina en la que comparten actividades, los diálogos con sus hijas desde que son pequeñas hasta que alcanzan la madurez, sus lecturas nocturnas, el tiempo perdido viendo la tele, como se sumerge en la naturaleza durante los años en los que vive en el campo y como sus vivencias de la vida y del mundo se enriquecen en esos días en los que es más consciente del tiempo, de las estaciones, del aire, la luz y esos grandes árboles que observa a través de su ventana, su obsesión por recoger castañas, la preparación de sus conferencias, la desesperación ante los escritos que le cuesta continuar, y un largo etc.). Me costaba dejar de leer porque no quería dejar de saber qué le depararía el año siguiente y me encantaría seguir sabiendo cosas de ella.

¿Por qué será tan difícil encontrar en España los libros que quiero? Sólo parece fácil encontrar de Christa Wolf el otro libro editado por Galaxia Gutemberg: 'En carne propia'. El resto está en Seix Barral pero agotados y descatalogados. Es lo que pasa en nuestra sociedad capitalista-consumista, podemos encontrar las últimas novedades pero olvidémonos de las pequeñas joyas perdidas en el tiempo. Me gustaría leer el de Muestra de juventud (en IberLibro.com he visto que puede ser posible encontrarlo en las librerías de libros antiguos Pérez Galdós (Calle Hortaleza 5) y El Galeón (Calle Sagasta 7), habrá que ver....).