miércoles, 7 de marzo de 2007

Y las olas se quebraron sobre la orilla

Terminé "Las olas" (el libro fué un regalo de reyes en casa de Miguel y Lisa); 'esa prosa lenta de Las olas, hipnótica, magníficamente circular y blanda, ese triunfo de la palabra dentro de un tiempo permeable en que todos no somos más que Vida.'
Nunca dejaré de releerlo.


"Voy a descender por Oxford Street enfrentando un mundo aniquilado por el golpe de un rayo; voy a mirar las encinas derrumbadas e incendiadas por la caída de esta gran rama en flor. Voy a realizar las tareas cotidianas bajo un resplandor de relámpagos. Voy a coger violetas de la acera y, se las ofrendare a Percival. Será mi homenaje a su recuerdo. Examinemos esta calle ahora que Percival ha muerto. Las casas están construidas sobre cimientos tan frágiles, que bastaría un soplo de aire para derrumbarlas. Los automóviles errantes y temerarios se persiguen ruidosamente y nos acosan como perros encarnizados. Estoy sola en medio de un mundo hostil. El rostro humano es atroz; pero a mí me gusta que sea así, pues busco el ruido y la violencia y la sensación de ser una piedra que es lanzada contra las rocas. Me gustan las chimeneas de las usinas, los transbordadores y los pesados camiones. Me gusta este vaivén perpetuo de rostros, de rostros deformes, de rostros indiferentes. Estoy harta de elegancia: estoy harta de mi vida privada. Navego sobre aguas turbulentas en las que me hundiré sin que nadie acuda a salvarme."


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